viernes, 9 de diciembre de 2011

I CARRERA DE MONTAÑA AL VALL DE POP

     Esas eminencias que cubren casi el 25 % de la tierra, que elevan el relieve hasta lo más alto del cielo, pasión desde mi infancia, roca sobre roca hasta perder la vista en lo más lejano, las montañas.

     Me propuse hace tiempo un reto, disfrutar los años que me puedan quedar en esto del correr, al menos hasta el día que mis rodillas dejen de funcionar y los meniscos de soportar mis pasos. Después del verano que he pasado sin poder ejercer aquello que hoy en día más me mueve y apasiona, el correr, propuse que cuando regresara lo haría del modo en el que cada zancada fuese acompañada de un recuerdo, de algo que ver y disfrutar, algo por el cual si esa fuese mi última carrera quedase satisfecho con lo que hago, de lo vivido, las carreras de montaña, los trails así llamados, y creo que estoy acertando en ello, pues me esta apasionando; inconveniente su dureza, pero fuera de marcas, mi único reto se basa en disfrutarlas y acabarlas con satisfacción.

    
     El pasado jueves, día de la Inmaculada, a las 9:00 horas estábamos plantados en la localidad de Castell de Castells, Susana, los niños y yo, dispuesto a participar en la que fue la I Carrera de Montaña al Vall de Pop, un valle integrado por nueve poblaciones del interior de la Marina Alta engalanado por paisajes tupidos por una belleza hasta ahora desconocida por mi, diversidad de rutas de senderismo, fuentes naturales, ríos, y otros parajes dignos de ser visitados.

     
     Volviendo a la salida, algo menos de doscientos participantes, en la que era la mañana más fría del presente año, esquinas y plantas cubiertas de escarcha presagiaban un difícil día de digerir, pero la salida del sol templo con el transcurso de la carrera a los allí presentes hasta convertir la jornada en un fabuloso y soleado día.

     Se formaron dos disciplinas distintas, algo habitual, por una parte los corredores y por otro los caminantes, ambos grupos desde el mismo inicio pero en el transcurso de la misma se disgregaban en distintos caminos hacia la meta, de este modo a los caminantes se les recorto la distancia a los efectos de que pudieran entrar en tiempos similares. En este caso las distancias fueron 24 km para los corredores y 15 para los senderistas.

     Por estos últimos participo un "pilero", Francisco José Momparler Martinez, hijo de otro atleta de Piles, Paco Momparler, el cual se encontraba allí presente junto a su esposa para seguir el empeño de su hijo.

     El inicio transcurrió por las calles del pueblo hasta tomar una senda embarrada que encaraba por caminos forestales y vías de cemento en subida hasta el primer avituallamiento en el km 6, un corto llano que posibilito poder coger fuerzas hasta la que sería una infernal ascensión hasta el km 10 por un largo camino de cemento con algunos tramos de piedra y tierra, pendientes que imposibilitaban incluso el andar e invitaban al corredor a desistir en su empeño. (La diferencia de ascender un monte por senda es que la pendiente se difumina serpenteando sobre el relieve de la montaña, caso contrario son las carreras que transcurren por cortafuegos, caminos de asfalto o vías preparadas para el paso de vehículos, como en este caso, donde premia el recorte de camino en línea recta y por lo tanto la pendiente y trazado son mas elevados).

     Alcanzados esos diez kilómetros y tras otros dos de bajada con excesiva pendiente por pista, llegamos el segundo avituallamiento que nos guiaba a lo que serían otros dos duros repechos de tres kilómetros en total por alrededor de los mil metros de altitud, desde donde se divisaban las vistas más preciosas de quizás todo el Valle, incluido el Pantano de Beniarrés. A partir de ese momento la sobrecarga de superar esos tramos verticales derivó en dolorosos e incómodos calambres en los gemelos, con la sensación de que en cualquier momentos se me subirían y tendría que parar definitivamente, lo que imposibilito que transcurriera el resto del recorrido con normalidad y siempre en vigía al estado de empeoramiento de los mismos.

     La bajada y último kilómetro un calvario de dolor endulzado por preciosos pasos sobre ríos y barrancos, donde el agua cubría los pies del corredor, llano hasta la ansiada meta, donde la emoción me invadía al ver a lo lejos a mi familia animándome. Gracias en especial a ellos por acompañarme y estar siempre ahí.
     Fue dura, muy dura, no por la distancia, más bien por las condiciones de la pista que es más bien diseñada para el paso en montain bike que a pie, pero aún así disfrute y la volvería a hacer por su belleza.
     Resultado final:
     104.- SALVA 2:33:13

     Al terminar nos dirigimos a un parque habido junto a la carretera en la salida del pueblo donde montamos un picnic aprovechando que habían columpios y mesas para comer.
    Recomendamos tanto el pueblo como las excursiones que propone el Vall de Pop, de hecho seguro que pronto volvemos.


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